K. Germer.
Eso es la compasión, acceder y conectar con esa verdadera identidad. Es cultivar una relación diferente con nosotros mismos y con lo que nos sucede, abandonando la lucha contra nosotros y la resistencia a lo que acontece.
«La vida es dura. A pesar de nuestras mejores intenciones, las cosas van mal. Luchamos por hacer frente a las exigencias de la vida diaria. No importa lo mucho que tratemos de evitar el dolor emocional, este nos sigue a todas partes. Las emociones como la vergüenza, la ira, la soledad, el miedo, la desesperación, la confusión, se presentan a nuestra puerta. Llegan cuando las cosas no salen según nuestras expectativas, y como parte de la enfermedad, la vejez y la muerte.
Pero podemos aprender a tratar todo ello de una manera más saludable. En vez de recibir las emociones difíciles entablando una dura batalla con ellas, podemos sumergirnos en el núcleo amable de nuestra conciencia, siendo testigos de nuestro propio dolor y respondiendo con amabilidad y comprensión, beneficiándonos de las acciones que desencadena esta actitud.
Cuando llega de un modo natural cuando nos abrimos al dolor emocional con una amabilidad especial. Eso es la compasión, acceder y conectar con esa verdadera identidad. Es cultivar una relación diferente con nosotros mismos y con lo que nos sucede, abandonando la lucha contra nosotros y la resistencia a lo que acontece.
La alternativa es una relación amable con uno mismo, un sentimiento de relación con la humanidad y una consciencia equilibrada. K. Germer.»